La intolerancia a la lactosa se debe al descenso en la actividad de la enzima lactasa presente en las microvellosidades intestinales o al déficit de dicha enzima, encargada de hidrolizar la lactosa en azúcares más simples para que puedan ser absorbidos y utilizados como fuente de energía. Este trastorno presenta principalmente sintomatología digestiva.
Seguidamente afecta al 80% de africanos y árabes, mientras que solo afecta al 15 % de la población europea. Además, dentro de la población europea, la prevalencia es mayor en los países mediterráneos, situando a España en la zona intermedia, ya que el 35 % de la población adulta española padece intolerancia a la lactosa. La prevalencia es menor, en los países del norte de Europa, afectando a entorno 0-10% de la población.
Dada la prevalencia de este trastorno en nuestro país, es importante tener en cuenta las características de la lactosa y entender su metabolismo, conocer la información que podemos encontrar en los alimentos acerca de ello, así como las posibilidades que existen en nuestro entorno para vivir con intolerancia a la lactosa.
Así, la intolerancia a la lactosa es un trastorno que tiene una prevalencia variable, independiente del grupo étnico, sexo y edad. Mundialmente se estima que alrededor de 2/3 de la población adulta padece este trastorno. Principalmente se presenta en individuos asiáticos, afectando a entre el 90 y 100 % de su población.
La lactosa es el azúcar predominante en la leche de los mamíferos y sus derivados como la mantequilla y el queso, entre otros. La lactosa se obtiene a partir del suero lácteo y se utiliza en la elaboración de productos dietéticos, como excipiente en algunos fármacos y sustituto de la sacarosa.
De manera general, los síntomas que se producen por la malabsorción de lactosa no dependen únicamente de la capacidad digestiva y absortiva del intestino, sino también de factores tales como la cantidad de azúcar ingerido, la tasa de vaciamiento gástrico, la respuesta de la carga osmótica del intestino delgado, la actividad metabólica de las bacterias y la capacidad absortiva del colon.
El metabolismo de la lactosa, realizado por las bacterias a nivel colónico, se divide en dos etapas. Primero el transporte del disacárido por una proteína de membrana llamada lactosa permeasa y segundo la hidrólisis enzimática del enlace de glucosídico. Después, las bacterias fermentan los monosacáridos y producen ácido láctico, ácido succínico, ácido acético, ácido butírico, H2, anhídrido, carbónico (CO2) y ácidos grasos de cadena corta. Estos compuestos son excretados por las bacterias del colon al lumen y aumentan el efecto osmótico, elevando el nivel de líquidos.
Finalmente, las bacterias metanógenas emplean el H2 y el CO2 como sustratos para producir gas metano, el cual es excretado por la bacteria al lumen intestinal, lo que justifica la aparición de flatulencia, borborigmos, náuseas, espasmos, dolor y distensión abdominal que acompaña a la diarrea osmótica y configuran la sintomatología clásica de la intolerancia lactosa en particular y a los hidratos de carbono en general.
Los seres vivos no pueden absorber lactosa como tal, necesitan hidrolizarla primero en glucosa y galactosa (sus componentes), que sí son absorbidos por el epitelio intestinal. Su metabolismo es realizado por una enzima especializada llamada lactasa, que es una b-galactosidasa que se localiza principalmente en la superficie de las microvellosidades de los enterocitos del intestino delgado.
La información alimentaria es una herramienta importante para las personas con intolerancia a la lactosa, ya que es el principal medio de comunicación entre los operadores alimentarios (productores, vendedores, personal de hostelería, etc.) y los consumidores, permitiendo que conozcan la composición de los alimentos y hacer elecciones seguras para ellos.
En el caso de los alimentos envasados, en la lista de ingredientes debe figurar de forma destacada, mediante una composición tipográfica que la diferencie claramente del resto de ingredientes, las palabras: lactosa, leche o cualquiera de sus derivados. En caso de que no haya lista de ingredientes, se deben indicar después de la palabra “contiene”.
Cuando en la lista de ingredientes (o después de la palabra contiene) figure de forma de destacada la palabra leche o cualquiera de sus derivados, debe entenderse que el producto contiene lactosa y proteínas lácteas, por lo que no resulta apto, ni para alérgicos a las proteínas de la leche, ni para intolerantes a la lactosa.
Es importante leer siempre la lista de ingredientes, porque hay muchos alimentos distintos de los productos lácteos (embutidos, sopas, salsas, bollería, etc.) que incluyen lactosa entre sus ingredientes.
Respecto a la información sobre la presencia de lactosa en alimentos no envasados, la información alimentaria puede transmitirse de diferentes formas en función de la modalidad de venta del alimento:
Muchas de las personas que tienen problemas para digerir la lactosa pueden disfrutar de los productos lácteos en pequeñas cantidades o junto con otros tipos de alimentos. Para ellos es importante aprender probando qué productos lácteos y en qué cantidad pueden tomar sin presentar molestias y cuáles deben evitar. La gravedad de síntomas varía dependiendo de la cantidad de lactosa ingerida y de la tolerancia individual.
Asimismo, en caso de no querer renunciar al sabor y propiedades nutritivas de la leche de vaca, actualmente existen complementos alimenticios en comprimidos que mejoran la digestión de los lácteos en aquellas personas que presentan sintomatología de mala digestión de la lactosa. Algunos de ellos se presentan en formatos cómodos para llevar a todas partes, por ejemplo de estilo petaca, lo que facilita su transporte y fomenta su utilidad. Existen presentaciones que contiene de su composición la enzima lactasa de 4.500 o incluso 15.000 FCC por comprimido y son de especial utilidad en aquellas personas que presentan una producción insuficiente de lactasa. Se pueden tomar hasta 12 comprimidos al día de los complementos que contienen lactasa 4.500 FCC y hasta 3 comprimidos al día para los de 15.000 FCC. FCC son las siglas de Food Chemical Codex, una unidad de medida utilizada para medir la actividad de las enzimas.
Se recomienda el uso de este tipo de productos en especial si come fuera de casa y no se está seguro de si los platos contienen o no lactosa. Así, de manera exógena, estas pastillas aportan nuestro organismo la lactasa que necesita para poder metabolizar la lactosa. Su efecto es momentáneo y, por ello, deben ingerirse en el momento en el que se haga una comida de este tipo.
No obstante, es conveniente consultar con su médico o farmacéutico en caso de intolerancia a la lactosa, de tal manera que puedan indicarnos unas pautas adecuadas para controlar dicho trastorno, así como recomendarnos algunas soluciones que se pueden encontrar en el mercado actual, como los complementos alimenticios mencionados previamente. Asimismo, es importante conocer la cantidad adecuada a utilizar de los complementos alimenticios mencionados y cómo actuar en determinadas situaciones.
Se pueden realizar baños en agua templada (32-36ºC) y un mínimo de 15-20 minutos y utilizar compresas húmedas. Hay que tener precaución con el uso de alcohol y agua fría sobre la piel, pues agravan la vasoconstricción superficial y pueden provocar colapso, especialmente en los lactantes, además de los peligros de intoxicación ligados al uso del alcohol.
Por otra parte, el descenso de la temperatura corporal conseguido por medios físicos es de breve duración, provoca un aumento del metabolismo basal, favorece los escalofríos y a la mayor parte de los niños le provoca incomodidad. En caso de utilizarse este método, da mejor resultado administrando media hora antes un antipirético, con el fin de bajar la temperatura, evitando así los escalofríos provocados por el desajuste entre la temperatura de la piel y el regulador hipotalámico. hernia de hiato.